Laura Vicuña, ayer y hoy.
Laura Vicuña nace en Santiago de Chile el día 5 de abril de 1.891, hija de José Domingo Vicuña y Mercedes Pino.
Comienza desde muy niña un camino de sufrimiento que tendrá culminación en Junín de los Andes a los trece años aproximadamente. No tentamos aquí escribir la biografía de Laura, sí daremos algún pantallazo sobre ciertos rasgos que caracterizan a su familia y por ende, a ella.
En los orígenes, de esta historia, aparecen, la violencia y la discordia, la desintegración social, el orgullo familiar y el abandono. Como se ve, se trata de asumir la realidad de un pueblo desgarrado y de una familia, en buena parte, deshecha. Laura Vicuña se inscribe precisamente en esta historia. Los biógrafos intentaron motivar la desaparición de Domingo Vicuña de la escena familiar y nacional, atribuyéndola a persecuciones antibalmacedistas.
Ahora bien, si es cierto que hubo persecuciones contra los Vicuña como balmacedistas, habría que pensar que las mismas fueron contra el Vicuña “que había actuado en la política, y otros de actuación destacada, y no contra un humilde quintero, quien hacía seis años que se había retirado del ejercicio y de la vida pública, lejos de Santiago”. De la lectura atenta y comparada de dos actas; de nacimiento y de bautismo, se infiere que el hogar que recibía a Laura tenía irregularidades y, lamentablemente, no era tan ejemplar como desearíamos. Entonces, ante la grandeza espiritual de Laura, nos viene a la mente la interesante proposición de san Pablo: “Donde el pecado se había multiplicado, se supermultiplicó la gracia de Dios” (cf. Rom 5,20).
De su parte, Laura, en Junín, en las clases de catecismo, en el tema sobre el sacramento del matrimonio cristiano, por primera vez, atisbó en la vida espiritual de sus padres el drama de la ausencia de Dios en su unión. Y con un desmayo de dolor empezó su calvario por la conversión “de sus padres”. Ortiz y Crestanello, los primeros que escribieron sobre Laura, no hacen ni alusión al argumento, porque entienden escribir una vida ejemplar en todo sentido. Ya hemos visto que Crestanello dedica un sólo renglón a la familia de Laura. Sin embargo Ortiz, en el artículo “Flores del campo” , de 1910, hace una veladísima alusión a la situación familiar, diciendo que Laura se ofrecía “como víctima por la salvación de sus queridos”. Este plural “sus queridos” trae el recuerdo de la análoga frase de Merceditas: “sus padres.”
Las afirmaciones más explícitas y fehacientes con respecto de la pareja de Domingo Vicuña y Mercedes Pino, las proporciona Mercedes Vera, especialmente, en la carta al P. Crestanello desde Viedma:
"Por falta de documentos no pudo entrar conmigo [al Instituto], no tenía esperanzas, por no ser hija legítima. A sus padres los excusaba que no habían tenido la dicha de instruirse en un colegio religioso. Laura tenía un grandísimo deseo de consagrarse al Señor por medio de la vocación religiosa, pero habiendo sabido que las que no eran hijas legítimas no podían, lo sintió en el alma, y pidió a la Sma. Virgen la gracia de sacrificar su vida al Señor por la conversión de sus padres, que vivían malamente y en nada cumplían con la ley del Señor”. Resumiendo nuestro parecer: en el momento de empezar a convivir, ni era Vicuña tan noble y tan revolucionario, ni era Pino tan plebeya, ni hubo entre ellos un verdadero hogar regulado por las leyes.
Sin embargo, la gran prueba, que la marcará a fuego, es la vida de su madre, llevada a una vida errante para buscar el pan para sus hijas, y obligada luego por las circunstancias y la propia debilidad a convivir con un hombre violento y prepotente. Laura asumió las luces y sombras -sobre todo éstas-, las dificultades y pruebas de la propia historia. Pudo vivir sin desfallecimientos ni evasiones la caída moral de quien representaba para ella, niña, preadolescente, el único punto de apoyo en el mundo.
Precisamente el haber aceptado a fondo, y haberse entregado a buscarle una salida positiva a esta realidad, fue lo que la ayudó a vivir con serenidad y lucidez este conflicto.
En este sentido, encontramos en ella una fortaleza que no viene, no puede venir de sus fuerzas ni de ninguna energía humana (cf. Cor 1,18 ). Porque, en efecto, el cristiano se mueve no basado en sus propias fuerzas sino en la confianza que tiene en el poder de Dios que lo transforma.
Contexto familiar y personaje oscuro
Laura es un reflejo, en primer lugar, de la situación de encuentro-desencuentro de las distintas clases sociales: su padre había sido ya desterrado de la familia Vicuña, su madre Mercedes Pino, nacida en Collipulli era de una familia humilde, José Domingo formó pareja momentánea con ella. Nos relata el P. Brugna en documento inédito, encontrado en el ASBB, que ya el padre de José Domingo; Bernardino Vicuña, había iniciado la rama de los “segundones” viviendo una vida desolada y triste después de una relación pasajera con Carmen Prado.
Muerto - o separado - el padre de la niña, la familia quedará totalmente abandonada a su suerte, sin recibir ningún tipo de protección, ni ayuda de la rama paterna: no consta que la haya habido tampoco de la materna. Esto llevará a la madre a tomar la vía del destierro y a unirse a Manuel Mora, en Junín de los Andes.
A este punto de nuestras reflexiones, conviene conocer al personaje a quien los contemporáneos pintan con tales tintas, que toma tamaño y figura de oscuro.
Parecería imposible tener que usar semejante parangón; pero él fue como la gran sombra que dio mayor realce a las destellantes luces de Laura. Sin embargo ésta con el ofrecimiento de sus tiernos años a Dios, buscó hasta el momento de su muerte, la liberación de la propia madre de la esclavitud del pecado, más que de la opresión de ese malvado. Mercedes llegaba a la casa de ese hombre – auténtico lobo- como mansa ovejita descarriada: lo había conocido por casualidad; lo buscaba por necesidad; conviviría con él por debilidad; de él huiría desesperada; y sería salvada por el heroísmo de la hija moribunda, que la reintegraría a la vida del redil cristiano.
El calvario de Laura y su ascensión a la santidad tuvo su trampolín de lanzamiento precisamente cuando su alma, que ya se iba sumergiendo en las grandezas de la vida espiritual, intuyó lo irregular de la vida de sus padres, y, lógicamente, de la situación de su madre en ese momento. Para Laura empezó el lento martirio de hija santa para convertir y llevar a Dios a la madre que tanto amaba: mientras a la gente impresionaba la brutalidad del trato de Mora contra Mercedes, a Laura le hería el alma sobre todo la situación de pecado en que vivía. Por eso buscó su separación de Mora con la donación de su propia existencia, porque como dijera el Salvador Jesús: “no hay amor más grande que el dar la vida por la persona amada” (Jn 15,9-17). Castano describe y sintetiza la situación concreta en que se iba a encontrar Mercedes con estas frases:
Mercedes se agarró a Mora como la tabla de salvación y fue en cambio para ella un tirano feroz, ella no conocía al hombre que le brindaba apoyo material, que en extremo necesitaba, y que no tardaría en reducirla a humillante esclavitud.
La vida de nuestra beata resultaría del todo incomprensible fuera del contexto familiar en que vivió, en cuyo marco quiso el Espíritu Santo que se santificara y adquiriera el “sello” original de su santidad. En efecto, la biografía de Laura Vicuña, queda profundamente marcada, por la desaparición o abandono de su padre, la emigración, la incertidumbre y las penosas vicisitudes de su madre y su vinculación con su hermana Amanda, de quien siempre se sintió responsable.
Laura sufrió con todo rigor esta prueba porque se consideró de hecho y de derecho siempre inserta en su realidad familiar; porque no desertó de su responsabilidad, superando ampliamente las expectativas propias de su edad de niña. Ni aún en los peores momentos, en que ella misma estuvo en peligro, por imprudencia de su madre, su conciencia filial no se debilitó ni vino a menos.
Ante la realidad lacerante de tantas familias destrozadas y de tantos hijos que quieren tomar su propio camino,“hacer su vida” evadiéndose de su realidad concreta y desligándose de todo compromiso, Laura Vicuña representa el momento de la fidelidad y la responsabilidad. En particular, sintió que podía y debía luchar y ofrecerse por su madre. De este modo, aunque en sus últimos años fue alumna interna en Junín de los Andes, su vinculación profunda con ella fue un hecho que marcó para siempre -estuviera lejos o cerca- su vida y su muerte. “Mi vida por la tuya”.
No podemos terminar estas reflexiones sobre la situación familiar sin tener en cuenta a Doña Mercedes en su vida más profunda que sin duda tenía un proceso espiritual más lento y miraba sus intereses materiales, no pudo considerar la realidad que su hija le manifestara en tantas oportunidades, no la vio, no la escuchó, no la acompañó, no le creyó, en algún momento pudo ser una molestia para ella, de hecho “fue castigada por la madre”, la muerte de su hija sin duda fue una llamada de Dios a un cambio radical.
Cf. Brugna, Ciro, Aportes para el conocimiento de Laura Vicuña, Cap. V. 1990.
Laura Vicuña, hoy vive en su pueblo.
Hoy en Junín de los Andes, Laura vive en su pueblo. Es elocuente el paso de peregrinos y devotos que agradecen gracias y favores extraordinarios concedidos por la intercesión de nuestra beata, algunos de los cuales fueron motivo de atención seria por parte de la Iglesia. Entre las motivaciones importantes que nos han movido a ocuparnos con dedicación a este tema, es el hecho de verificar a través de los peregrinos, la cantidad de hogares sustitutos, para niños en la misma situación de Laura, o bien de la calle, o drogadictos, etc. cuya titular y protectora es Laura Vicuña, dígase igualmente de las innumerables parroquias y capillas surgidas en el país y fuera de él, dedicadas a su nombre.
El tema de Laura Vicuña interpretado en las obras de arte que muestran los valores de la preadolescente y los valores de la cultura de origen, hacen que las demandas de acompañamiento a peregrinos, nos motiven a formar Agentes de Pastoral y Guías de Turismo Religioso.
Sentimos, además la necesidad de mejorar el servicio de evangelización y atención de personas y grupos que llegan al santuario en búsqueda de espiritualidad o de información.
La propuesta, de tesis presentada por la Hna. Elda Scalco surgió a partir de la experiencia citada. Por ello cada parte del mismo trata de orientar las preguntas existenciales que tocan la propia vida del peregrino, invitándolo hacia un despertar, hacia un camino nuevo, buscando el tesoro escondido en su propio campo. Desde este trabajo ofrecemos una mirada nueva y mas real sobre esta jovencita santa que vivió y murió en esta zona dejándonos un mensaje específico: “El acompañamiento y protección de la familia” .
No se trata, pues, de una visión estática sino de la percepción integral y dinámica del propio ser. Ahora bien “la generación de pueblos y culturas es siempre dramática; envuelta en luces y sombras”. Esto vale para América Latina, cuya historia está siendo releída hoy en perspectiva dialéctica, no exenta de contaminaciones ideológicas. Por eso, la Iglesia no deja de reconocer que, “acicateada por las contradicciones y desgarramientos de aquellos tiempos fundadores” y, en medio de graves dificultades, también tuvo momentos de desfallecimiento y alianza con los poderes temporales.
Con todo, el dinamismo evangelizador y misionero fue “mucho más poderoso que las sombras que dentro del contexto histórico vivido, lamentablemente lo acompañaron”.
Con la beatificación de Laura Vicuña, América Latina, y especialmente los pueblos del cono sur, nos sentimos interpelados a reflexionar seriamente sobre el mensaje que Dios quiere dejar hoy a nuestra Iglesia, en la difícil coyuntura histórica que estamos viviendo. En efecto, el santo no representa simplemente un punto de evocación de un pasado más o menos glorioso, ni la gesta heroica de un cristiano singular, sino que se inserta dentro de una historia vigente -la historia de la salvación- y de un pueblo concreto, desde los que toma sentido y autenticidad. La santidad significa una concreción del Evangelio, a través de una persona enraizada en el suelo nativo en que el Señor la llamó a la santidad. Desde esta persona ilumina también a los cristianos de otras épocas, también embarcados en la misma historia de salvación.
Cf. Ricardo, Emrino, Laura Vicuña: Un camino Latinoamericano a la Santidad , Ed. del Sur, Bahía Blanca, 1988.
Como dice Laffaille; “Los santos son un instrumento de pedagogía para el hombre: lo divino no se muestra gratuitamente, si no es para mostrar un camino al hombre, esté donde esté.”. Aquí intentaremos descubrir precisamente cómo Laura Vicuña sólo puede entenderse dentro del contexto histórico, cultural y religioso latinoamericano. En su breve trayectoria, la nueva beata se inscribe en la gran parábola del Cristianismo de nuestro continente; pero, y esto es lo más importante, no solamente en su ayer, sino sobre todo en su actualidad, en el presente y futuro de América Latina. Por esto, estudiando el sentido y la proyección de la santidad de Laura Vicuña, nos hemos dado cuenta que “el marco histórico-cultural-religioso propuesto por el Documento de Puebla, constituye el camino más apropiado, la autentica clave de bóveda para entender el mensaje de esta preadolescente, que, con su corta vida, tiene una palabra importante que decir a los cristianos de esta época”.
Estracto de: Scalco, Elda, ”Laura Vicuña inspiradora de una Propuesta Pedagógica de Formación para Agentes de Pastoral y Guías de Turismo Religioso” . 2004